El Arte y La artesanía indigena en la Argentina
5.- Rubro Tejido
El viajero, paisano o extranjero, luego de transponer grandes distancias y en algunos casos un monótono paisaje, tales como las yermas estepas patagónicas, la puna jujeña, los valles salteños, las sierras catamarqueñas y/o el interminable monte santiagueño...tal vez
cansado de tal monotonía, del mismo color o desbordado por su inteligencia emocional ante semejante pintura que Dios se a ocupa´o de regalarnos, cubiertos del polvo de esos caminos que finalmente nos conducen a los territorios de trabajo del tejedor...
Allí, a “orillas” o en el “atrio” del rancho...al aire libre con su telar criollo, bajo la sombra del algarrobo, o bien, con el telar mapuche apoyado sobre los muros de la choza se está tejiendo una manta de brillantes colores en vivo contraste con la naturaleza que lo rodea...si parece ser un jardín pleno de flores que la aridez de la zona no permite crecer...
La tejeduría es, sin lugar a dudas, la artesanía de mayor vigencia en el país. Ya desde épocas prehispánicas era ampliamente conocida. Curiosamente aparece en yacimientos arqueológicos muy anteriores a aquellos donde se ha recuperado la cerámica más antigua.
Las primeras fibras hiladas y tejidas a mano fueron encontradas en la cueva de Huachichocana localizada en Humahuaca. De acuerdo a las investigaciones realizadas, datan de 6.720 a 7.670 a. C. En tanto, los primeros tejidos de los que se tiene memoria aparecieron allá por el año 2.130 a.C., en el mismo Departamento de Humahuaca en Jujuy y en un paraje que los lugareños llaman Inca Cueva. Estos ejemplos fueron realizados con un solo hilo, el cual es enlazado sobre sí mismo con la ayuda de una sola aguja, de este modo se consiguen formar mallas enlazadas, con o sin nudo. Así, nuestros antecesores produjeron gorros, bolsas y redes tal como se explica en el catálogo de exposición “1.000 Años de Tejido en la Argentina”.
Existen, para la misma época, otros restos de interés histórico, localizados en Calingasta – San Juan (Gruta de Los Morrillos) y en San Rafael - Provincia de Mendoza (Gruta del Indio), los cuales presentan hilos de origen vegetal, lana y cabellos humanos trenzados. Estos dos últimos elementos se verifican en los restos aparecidos en la Gruta de Los Morrillos.
Pero...es en Salta y Jujuy donde se presentan piezas de gran relevancia y cantidad.
La Cultura Candelaria (0 al 600 d.C.) perteneciente al Período Medio ostenta una basta producción. En el período tardío(hasta la penetración Incaica – Siglo XV) el desarrollo textil en ambas provincias resulta de sumo interés para los antropólogos e investigadores. Ante la mención de estas disciplinas, resulta necesario citar que para los objetivos del Blog, he decidido conservar las denominaciones Período Temprano, Medio y Tardío por consideralos más comprensivos para este menester, aunque Antropólogos y Arqueólogos desde lo académico se refieren al Período Formativo(Inferior, Medio y Superior) y Período de Desarrollos Regionales definiendo las etapas como una continuidad evolutiva. De todos modos las fechas son a título de aproximación y orientativas.
El panorama que se puede observar en la actualidad es el resultado de la convergencia de la corriente cultural europea con la indígena. Hay zonas de gran mestizaje, como en mi provincia. Allí en la Puna es normal observar que mientras la mujer produce fajas con un telar de cintura, su pareja hace mantas en el telar de pedales de origen español o en el criollo de características parecidas. En otras áreas en cambio, el predominio de la cultura indígena es tal, que hasta los criollos tejen con los instrumentos heredados de los aborígenes del lugar, como se aprecia en la Patagonia y/o en el Chaco.
Los tejidos se hacen con pelo de vicuña, guanaco y llama (la de alpaca, es más utilizada en el Perú y Bolivia). La oveja, introducida por los europeos, hoy domina todos los tejidos. Una de las razones, es la dificultad que presenta la obtención de lana blanca proveniente de los camélidos, ya que con el blanco se logra un mejor tinte. Con relación a la introducción del algodón, si bien es conocido desde mucho antes de la colonización, se lo halla como urdiembre en tejidos de larga data a lo largo de la región andina
superior (Perú y Bolivia) e incluso su combinación con hilos de lana de camélidos y luego tras la colonización con la de origen ovino. Es la corriente colonizadora y los Jesuitas quienes incorporaron en nuestro país, su cultivo intensivo y su aplicación textil. En tanto, el impulso de hilo de origen ovino, cabe como anécdota interesante, la incorporación en suelo americano y por ende el argentino, de un ganado ovino de pobre calidad (raza Churra-la más ordinaria en Europa) ya que la raza Merino estaba vedada su exportación y prohibida por estas tierras. Es a Bernardino Rivadavia a quien se le debe la definitiva incorporación de calidad a través del fomento de razas de lana refinada a partir de 1.824.
Resulta interesante diferenciar las acciones entre las distintas comunidades en cuanto al abordaje del tejido. Los Mapuches por ejemplo lo consideraban una tarea estrictamente del sexo femenino. En tanto por mis tierras, en la región N.O., la actividad es familiar.
Obtenida la lana, el primer secreto es el hilado. En general en el norte, las mujeres y también los hombres en sus ratos de esparcimiento o caminatas cuentan entre sus manos un “huso de hilar” (una vara alargada de unos 25 cm. con una torta pesada en su parte inferior de materiales varios) y casi como un juego transitan el día obteniendo la preciada materia prima: El hilo. Este es trenzado con otro para conferirle resistencia a través de un "huso" mayor. Existe al respecto una leyenda anónima: “La Virgen Niña Hilandera” del siglo XVII recopilada por Sonia Montecino: Dicen que un día, una chiquilla lavaba mote (maíz pelado cocido) en el río, llegó un viejo y se la robó; se la llevó pa´ sus tierras y dicen que le dijo: “Me voy pa´ la Argentina, cuando vuelva yo me tienes que tener toda esta lana hilada”... dicen que dijo...Se fue el hombre y la niña quedó llorando...llorando junto al fogón y en eso el Choñowe Kuzé(el fuego vieja), le habló y dicen que le dijo: “No tienes porque afligirte tanto, yo voy a llamar a Lalén Kuzé" (araña vieja)y le dijo a la chiquilla: “Tienes que hacerlo como yo, mírame y aprenderás a hilar”...Así pasaron los días y cuando volvió el raptor, las lanas estaban hiladas. Lalén Kuzé por las noches fue a ayudar a la niña y juntas terminaron el trabajo... De allí, es que en algunas comunidades se coloque a las niñas recién nacidas unas vueltas de tela de araña en sus muñecas con la intención de la transmisión del secreto... Tras la colonización se incorporó l
a rueca de origen europeo, en general a pedal conocidos como tornos de hilar alternativo. Al final sugiero la lectura de algunos libros sobre el tema que ampliarán largamente los secretos del tejido en general. Completan el menester, una serie de actividades previas al teñido, tales como el lavado, el desengrasado, la incorporación de mordiente y finalmente el teñido con los colorantes obtenidos de especies vegetales, minerales y/o animales.
No es de extrañar la influencia de la tejeduría peninsular, atento a que en todos los pueblos fundados durante la Colonia, se obligaba a los indios a hilar, tejer, confeccionar prendas y a recoger dos elementos con los cuales se obtenía el color para teñir los hilos: La “grana”(un insecto parásito de los cactos) y el “añil” o “índigo”, una hierba con la cual se producía la tintura más importante de procedencia vegetal entre otros tantos.
De hecho que en las distintas áreas de nuestro país, los colorantes más importantes eran de origen vegetal. Ricardo Nardi repasa que “en la Exposición Nacional de Agricultura de Córdoba de 1918, se presentó una colección de muestras con 150 tonos y matices diferentes obtenidos de la flora catamarqueña...”.
Lamentablemente por estos tiempos se recurre con bastante frecuencia a las anilinas industriales, si bien los organismos como el CFI, el INTI, etc., trabajan en la recuperación de las técnicas originarias, a través de una continua capacitación. Como dato sabroso al respecto, cuento que la Colonización no trajo ningún avance sobre este tema. De este lado del Atlántico se había llegado a una madurés comparable con las civilizaciones pasadas más importantes como la de los Romanos y Griegos. Los colores obtenidos por las civilizaciones americanas resultaron dignas de admiración hasta para la mas afiatada familia de tintoreros europeos, profesión por esos pagos de gran admiración y respeto.
Reanudando la reseña sobre técnicas de teñido en la zona andina, la mas difundida es el “amarrado” o “lista atada” y/o “labor atada”, según las voces regionales y conocido en la jerga técnica internacional como “ikat”: Consiste en realizar las guardas “atando” o cubriendo, de acuerdo a un plan previsto, las zonas que no deben ser teñidas con determinado color, generalmente el que oficiará de fondo. De este modo, estos hilos, previo al tejido se atan fuertemente para impedir que la “tinta” los tiña. Al tejerlos se obtienen decoraciones de trazos mas o menos escalonados, tan característicos de los ponchos “Pampa”, o de los “matrones con labor atada” de La Pampa, o de la “sobrecama atada” de la Rioja y Catamarca.
Continuando con la síntesis presentada en “1.000 Años de Tejido en la Argentina”, iniciaremos la descripción de las herramientas. Según el citado documento, hay seis tipos de telares. Todos poseen lizos movidos a mano. Se trata de un dispositivo para separar en capas los hilos de la “urdiembre”, permitiendo así el paso de la trama que va avanzando perpendicularmente. Los hay del tipo vertical (vertical propiamente dicho y oblicuo) siendo el mas conocido en el sur como Huitral y los del tipo horizontal: De suelo, de cuatro estacas clavados al suelo, telarcillo de cintura, telar de tablillas y el más simpático: el telar del "dedo gordo" (la "urdiembre" va desde la cintura al dedo gordo) con el que se hacen cintos y fajas. Además hay que agregar dos telares de origen europeo: el de pedales que nuestros tejedores adoptan con un acento acriollado y conocido como tal: hoy en día es visto desde el Cuyo a la Puna Jujeña. Para describirlo, nada mejor que recordar las láminas que en nuestras escuelas mostraban a la Sra. Madre de Sarmiento abocada a este menester, en un telar de este tipo. Otro es el pequeño telar “peinecito” o “flequero”, para tejer ribetes. Los criollos aportan además el telarcito para tejer alfombras de felpa.
Con estos aparatos se tejen algunas prendas de la vestimenta. La
Puna es el único lugar del país donde todavía se pueden observar familias enteras vestidas con ropas hechas en los telares caseros. En el resto de las regiones, sólo hacen bufandas, fajas y ponchos. En cambio son numerosas las prendas de abrigo para la cama. Catamarca y La Rioja, por ejemplo, se destacan por sus magníficas colchas y sobrecamas bordadas con flores de raigambre hispánica. Los ponchos tejidos en Catamarca son tal vez, de lo mejor que hay en el país. El de Salta lleva los colores que hacen a la “Imagen Corporativa” de la provincia. De interesante acabado son también los ponchos Pampa y los mas preciados por su finura: el poncho de vicuña que se teje sobremanera en Belén Catamarca.. De todos modos prácticamente en todo el país se han tejido y aún hoy se tejen ponchos con sus características propias de cada región.
Para hacer más mullidas la “manta” se hacen”peleros”, “coronillas”, “ jerguillas”, etc., diferentes nombres regionales para las piezas más o menos similares en cuanto a su función. La mayoría están hechas en bastidores muy sencillos. En el área de influencia mapuche, en la Patagonia, en La Pampa, y sur de Mendoza se hacen “matras”, pequeñas mantas de lana que se llevan dobladas como parte del apero de montar y que sirven de abrigo cuando el jinete duerme a la intemperie. Son conocidas como “ matras de labor” cuando están decoradas con los dibujos geométricos tan característicos de los mapuches. En Mendoza también se destaca el tejido del Ristro, variante del Matrón. El pelero, de uso entre la pelambre del caballo y la montura es muy popular en Cuyo, el N.O., La Pampa y sobremanera en Santiago del Estero.
Mis comprovincianos tienen pasión por el color y hacen frazadas, pullos, ponchos, peleros, chuspas, fajas y alforjas de variados y vivos colores. También, en las provincias del N.O., sobremanera en Jujuy, Salta y Catamarca se destacan las prendas tejidas en dos, tres y/o cinco agujas, técnicas que casi todas las mujeres dominan. Así, pulóveres, chalecos, bufandas, medias, gorros y guantes son producidos en general con lana de llama por su suavidad y abrigo. Con los telares producen frazadas, ruanas, barracanes y mantas de gran terminación.
Las técnicas sobre el telar son innumerables y según su adopción se diferencian de las otras: faz de urdiembre, faz de trama, tejido balanceado, tejido llano, tejido a peinecillo, de urdiembre suplementaria, de doble faz y falso doble faz, de cuatro bordes, de urdiembre complementaria, en fin; hay libros que profundizan sobre este tema (Textiles Argentinos de Taranto y Jorge Marí, El tejido Americano de María Delia Millán de Palavecino entre otros).
Las técnicas de encaje a la aguja tienen sus representantes mas conocidos en las “ randas” tucumanas y en el “ñandutí” del litoral. La randa consiste en una malla con nudos realizada con agujas de coser y luego bordado con una gran variedad de puntos; se elabora en un bastidor. El ñandutí es un bordado realizado sobre hilos radiales tensados y sobre reticulados cuadrangulares y triangulares”, con flores, frutos, aves, etc. Se hace con un bastidor o algún dispositivo para fijar los hilos de base. Deriva de los “soles” españoles de los siglos XVI y XVII llegados a través de Tenerife.
En Córdoba la artesanía del tejido a telar ha ido desapareciendo en la medida que la población artesana ha ido creciendo en años (en general mujeres). Ya no hay jovencitas que se interesen en el oficio sin embargo las actuales demandas de la población urbana son motivo para que los tejidos, realizados en telar vuelvan a tener vigencia. “A fines del siglo XVIII, Córdoba exportaba anualmente, ejemplo de su florecimiento comercial, de 30 a 40.000 piezas de tejidos...
En Formosa y Chaco se utilizan diferentes tipos de fibras vegetales. El “chaguar” o “caraguatá” es el más utilizado entre las comunidades Toba y Matacos en el marco de estas provincias. “Al contemplar el interior de una choza chaqueña – dice Delia Millán de Palavecino-, lo primero que llama la atención son las bolsas de caraguatá o cháguar pendientes del techo o de un horcón, conteniendo frutas silvestres o enseres domésticos”. Con las fibras de las hojas de esta planta hacen un hilo resistente que tejen con una sola aguja gruesa de madera.. Confeccionan bolsas o “illicas” y/o “yicas”, con la técnica de la malla. Combinan hilos de color pardo natural, con
otros teñidos con una gran variedad de cortezas, semillas y resinas, obteniendo así, distintos tonos de marrón, gris, azul, rojo, negro, amarillo, etc. En tanto los motivos consisten en representaciones geométricas extremadamente simbólicas de la fauna y la flora local. Según la autora ya citada, las bandas continuas representan el lomo del quirquincho o la semilla del algarrobo; las bandas discontinuas, por lo contrario simbolizan el cuero de la víbora yarará; los rombos: el fruto o higo de tuna o la pata del zorro, o incluso las manchas del tigre, o una pipa entera; los pentágonos en cambio, significan la cara del tigre o de la iguana, y a veces también la pezuña de la corzuela (un tipo de venado de la región), entre otros tantos motivos.
La Provincia de Catamarca ostenta de una fábrica de alfombras con productos de excelente calidad. En Salta y Jujuy se producen tejidos de tapices muy requeridos por el turista. De Belén y Santa María en Catamarca, salen de los talleres un sin número de tejidos para su posterior aplicación en mobiliarios, tapicería, cortinados y tejidos especiales para el mundo del diseño y la decoración.
En cuanto a los artesanos, son tantos y tan buenos que sería muy difícil nominar a todos. A mí particularmente me emociona la destreza y delicadeza de los tejidos que impulsa Liliana Perdeilhan y su hija Irina de Azul-Buenos Aires. Me entusiasma la tarea de un conjunto de cooperativas y grupos de artesanos como El Grupo Vives de Belén - Catamarca, Tinku Tamayo en Santa María – Catamarca o artesanos independientes como doña Maritza Ortega en Salta, Doña Celestina Leguzamón en Santiago del Estero, los artesanos tejedores de Susques – Jujuy, o los de los Valles Calchaquíes en Salta, los tapices de Ramón A. Burgos, las randas de Doña Tránsito Reyes Mamonte de Tucumán, o las yicas de Doña Marica Viltes de Formosa. No puedo dejar de nombrar al multipremiado Mario Vucetich. Valeria Lajar de Ituzaingó - Buenos Aires. Los tejidos mapuches que celebra Ana del Carmen Rial en San Luis o los productos de Doña María Cristina Brizuela de San Juan. Silvia Beatriz Caballero de Unquillo – Córdoba. Doña Selva O. Díaz de Helguera de Londres – Catamarca. Son interesantes las confecciones tejidas de Liliana D´Arrigo en Puerto San Julián- Santa Cruz o los tejidos en telar de María Ester Condolí afincada en Tierra del Fuego...Las confecciones que tejen Alicia Raya y Jenine Alama en Rosario-Santa Fé.entre tantos otros...
El Arte y La artesanía indigena en la Argentina
Por otra parte y al margen de los organismos nacionales y provinciales, existen fundaciones que desarrollan acciones orientadas a la educación, promoción social y recuperación del patrimonio cultural de poblaciones rurales del interior de nuestro país. Entre otras menciono Adobe (www.asociacionadobe.com) en Santiago del Estero, Hijas de la Luna en Tilcara- Jujuy(www.hijasdelaluna.com/bro001.htm), Fundación Chaco Artesanal (fundaciónchacoartesanal@yahoo.com.ar), Fundart (www.fundart.org.ar) y tantos otros que en silencio y a través de sus acciones generan oportunidades y condiciones de vida para los artesanos, favorecen su arraigo y fortalecen la identidad cultural.
sub,x; servando.j.c.